Hace pocas semanas inicie la que es la campaña más difícil que he dirigido hasta ahora. Por primera vez dirigí una partida a mi hija de cuatro años (cumple cinco en noviembre) y lo hice dentro de un marco educativo en el que el juego es un complemento para el verdadero propósito, realizar fichas escolares y ayudarla en su aprendizaje.
Es un terreno totalmente nuevo pero que quiero recorrer por muchos motivos, principalmente por mis estudios como Integrados Social en el que estoy dispuesto a volcarme totalmente y aprovechar mis conocimientos en los juegos de rol para crear un proyecto basado en los juegos y su capacidad para unir a las personas, facilitar su integración en un grupo y como herramienta socializadora que fomente la incorporación de alumnos foráneos en los Institutos.
Pero no voy a extenderme mucho en este proyecto que iniciaré en breve al empezar el curso escolar a mediados de setiembre.
En la entrada de hoy escribiré sobre jugar a rol con nuestros hijos y nuestra figura como modelo.
Es una tarea delicada unificar el juego con la educación, especialmente con niños muy pequeños ya que tienen una facilidad increíble para absorber todo lo que oyen y obsevan.
Cuando jugamos entre adultos muchos de los directores de juego buscan sacar a los personajes de su zona de confort para ver como reaccionan y actúan, como entran en sus personajes y buscan la mejor forma de responder ante esa escena, pero con los niños no podemos hacer esto y debemos adaptarnos en todos los sentidos. En la dirección con nuestros hijos adoptamos el papel de Director de Juego, pero por encima de todo no debemos olvidar que somos sus padres y ellos ven en nosotros el modelo a seguir y sin darnos cuenta estamos aplicando el modelado de Bandura. Un niño o niña no verá a un Director de Juego, detrás de la pantalla esta su padre o madre, su héroe y modelo de lo que desea ser de mayor (luego llega la adolescencia, pero eso es otra historia) y nuestra conducta a la hora de dirigir el juego puede marcar profundamente a nuestro hijo.
Como padres somos un estímulo para nuestro hijo y una de las formas básicas de educación es el aprendizaje observacional donde nuestra conducta y comportamiento en la dirección del juego estimulará los pensamientos, actitudes y conductas de nuestro hijo.
Por ese motivo cuando estoy dirigiendo a mi hija en el juego, no sólo le estoy enseñando letras, números o colores, también aprende conductas y comportamientos que son reflejo de mi actitud hacia ella. Es importante no perder los nervios, dirigirnos con tonos calmados y sin ser infantiles, que sin darte cuenta un día te sueltan el "No me hables como un bebe, ya soy mayor". Si perdemos los nervios, gritamos o forzamos la situación, ellos también adquieren ese modelo de actitud si se repite un número suficiente de veces.
Bases y alguno fundamentos del modelamiento
Es un terreno totalmente nuevo pero que quiero recorrer por muchos motivos, principalmente por mis estudios como Integrados Social en el que estoy dispuesto a volcarme totalmente y aprovechar mis conocimientos en los juegos de rol para crear un proyecto basado en los juegos y su capacidad para unir a las personas, facilitar su integración en un grupo y como herramienta socializadora que fomente la incorporación de alumnos foráneos en los Institutos.
Pero no voy a extenderme mucho en este proyecto que iniciaré en breve al empezar el curso escolar a mediados de setiembre.
En la entrada de hoy escribiré sobre jugar a rol con nuestros hijos y nuestra figura como modelo.
Es una tarea delicada unificar el juego con la educación, especialmente con niños muy pequeños ya que tienen una facilidad increíble para absorber todo lo que oyen y obsevan.
Cuando jugamos entre adultos muchos de los directores de juego buscan sacar a los personajes de su zona de confort para ver como reaccionan y actúan, como entran en sus personajes y buscan la mejor forma de responder ante esa escena, pero con los niños no podemos hacer esto y debemos adaptarnos en todos los sentidos. En la dirección con nuestros hijos adoptamos el papel de Director de Juego, pero por encima de todo no debemos olvidar que somos sus padres y ellos ven en nosotros el modelo a seguir y sin darnos cuenta estamos aplicando el modelado de Bandura. Un niño o niña no verá a un Director de Juego, detrás de la pantalla esta su padre o madre, su héroe y modelo de lo que desea ser de mayor (luego llega la adolescencia, pero eso es otra historia) y nuestra conducta a la hora de dirigir el juego puede marcar profundamente a nuestro hijo.
Como padres somos un estímulo para nuestro hijo y una de las formas básicas de educación es el aprendizaje observacional donde nuestra conducta y comportamiento en la dirección del juego estimulará los pensamientos, actitudes y conductas de nuestro hijo.
Por ese motivo cuando estoy dirigiendo a mi hija en el juego, no sólo le estoy enseñando letras, números o colores, también aprende conductas y comportamientos que son reflejo de mi actitud hacia ella. Es importante no perder los nervios, dirigirnos con tonos calmados y sin ser infantiles, que sin darte cuenta un día te sueltan el "No me hables como un bebe, ya soy mayor". Si perdemos los nervios, gritamos o forzamos la situación, ellos también adquieren ese modelo de actitud si se repite un número suficiente de veces.
Bases y alguno fundamentos del modelamiento
- La mayor parte de la conducta se adquiere por observación de un modelo. Ese somos nosotros todos los días de nuestras vidas, no olvidemos que seguimos siendo padres cuando somos DJ.
- Los comportamientos se pueden adquirir o modificar mediante experiencias, pero también se aprenden o modifican al observar a los demás y de las consecuencias derivadas.
- Ejemplo: Caerse de la bicicleta y hacerse daño.
- Ejemplo 2: Ver como un amigo se cae de la bicicleta y se hace daño.
- Efectos del Modelado - nuestro hijo/a observa la conducta y la imita con el objetivo de:
- Adquirir nuevos patrones de respuesta, surgiendo nuevas conductas que no tenían anteriormente. Ejemplo: Si usamos un PNJ (Personaje No Jugador) que nos permita aplicar nuestro modelo de conducta, nuestro hijo/a lo observará y con la repetición lo adquirirá. Intentemos crear PNJs con conductas sociales aptas. Parece evidente, pero de vez en cuando a nuestros PNJs se les puede escapar una mala palabra o sin darnos cuenta sugerimos que tenga una actitud reactiva que puede causar daños. En ese caso no importan los daños inocuos del juego, lo importante es el comportamiento que si tiene consecuencias.
- Permite fortaleces o debilitar respuestas:
- Inhibitorio: Nuestro hijo/a confirma la ausencia de consecuencias sean positivas o negativas tras la realización repetida de una conducta por parte del modelo.
- Desinhibitorio: La conducta es desinhibida al confirmar que el modelo la realiza sin experimentar consecuencia negativa. Si un día realizamos con un PNJ una acción reprobable y no hay consecuencia y nuestro hijo/a la repite y se sale con la suya en el juego lo estamos invitando a repetirlo. En estos casos sólo hay que hacerlo con el villano de la historia y centrarnos en que entienda que ese comportamiento es censurable y finalmente que sea el PJ de nuestro hijo quién lo consigue vencer provocando que nosotros, como PNJs, apliquemos el castigo. Todo ello sin olvidar la edad de nuestros hijos en el momento de juego, no decapitemos a los malos por esconder las palabras o robar los dulces de los niños.
- Facilitar la ejecución de respuestas ya existentes: Promoviendo la ejecución de patrones de conducta aprendidos con anterioridad como consecuencia de su observación hacia un modelo (nosotros y nuestros PNJs).
Esta último parágrafo adquiere más importancia al conocer cuales son los procesos básicos implicados en este tipo de aprendizaje combinado con el juego de rol:
- La atención: El observador debe concentrarse en la actividad del juego.
- Retención: El modelo (la figura del padre como Director de Juego) debe dirigir de tal forma que sea comprensible para el menor, facilitando la retención de los conceptos y conductas que desean ser inculcadas durante la realización del juego.
- La reproducción: Es la capacidad del jugador para reproducir, ensayar o practicar la conducta observada en el modelo durante el juego. Si dicha conducta positiva la sigue reproduciendo fuera del juego, entonces es que lo hacemos bien.
- La motivación: Nuestro hijo debe tener ganas jugar y asumir como propios los objetivos propuestos a través del juego, siendo el juego la técnica usada para el modelado. En edades tempranas, nuestro hijo no será consciente de los objetivos y la motivación se centrará en que tenga ganas de jugar de nuevo con nosotros y no se dará cuenta de que además de jugar le estamos ayudando en su aprendizaje.
Por último, quiero añadir que muchas de estas cosas las hacemos de forma inconsciente, es algo natural que sale de nosotros y que descubrimos una vez nos detenemos a pensar si hacemos estas cosas al dirigir. Ya veréis como sí las hacéis. Como suelo decir, "simplemente no les habíamos puesto nombre". Como padres somos modelos para nuestros hijos y eso implica que nuestras conductas son reproducidas por ellos, por que tenemos su atención y a su manera las retienen, las reproducen y los animamos (motivación) a que lo hagan. Nosotros somos el reflejo de nuestros padres, de la misma forma que nuestros hijos lo son de nosotros, así que cuando nos pongamos a dirigirles en un juego de rol debemos tener present, qué reflejo queremos que vean, qué conductas queremos que aprendan y muchos otros conceptos que van surgiendo con el tiempo.
No quiero extenderme más con la entrada y sólo deseo que sea de vuestro agrado y sobretodo que os resulte útil. En la próxima entrada retomaré las aventuras de la Maga Ariana en el Huerto Maldito y su llegada a la "Mina de Görhund" - apta para todos los públicos.
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