CRISTIAN DÍAZ
ASPECTO
- Varón caucásico de 35 años.
- Estado civil: Soltero.
- Altura: 1,85 metros.
- Peso: 100 Kg (Talla 10).
- Color del pelo: Calvo. Según él, no sufre alopecia, solo una ligera caída del pelo y prefiere afeitarse la cabeza por comodidad.
- Ojos: Azul verdoso.
- Apariencia: Labios gruesos, manos descompensadamente grandes respecto a su cuerpo, de pecho henchido y musculado.
PERSONALIDAD
Cristian se muestra implacable, meticuloso y metódico en todo lo referente a la seguridad. Con las personas con las que coge confianza suele mostrarse bromista y curioso, siempre dispuesto a dar la vida por ellos.
Es soltero y a pesar de haber tenido algún que otro escarceo con mujeres, es virgen, aunque nunca lo reconocerá. Su trato con ellas es muy cuidadoso y caballeresco, pero no dudará en hacer lo necesario para salvaguardar la vida de una mujer, como por ejemplo: si se encuentra protegiendo a una mujer y quedan atrapados en la nieve, no dudará en dormir desnudo para compartir el calor de sus cuerpo.
HISTORIA
Nació el 7 de Julio de 1980 en la pequeña población de Almaraz, en la provincia de Cáceres. Hijo único en el seno de una familia humilde, dedicada a la agricultura, se crió en la soledad de un internado salesiano a unos pocos kilómetros de su pueblo. Y es que a pesar de ser muy querido, sus ancianos padres no esperaban tal milagro a su edad (su madre tenía 48 años cuando quedo embarazada).
Desde muy joven se interesó por la ciencia, ya que en su pueblo se hallaba una de las pocas centrales nucleares que existían en España y tenerla tan cerca de su casa, despertaba su curiosidad. Eran muchas las tardes que salía con su bicicleta, pagada con el valioso sudor de sus padres, para ver de cerca esa gran estructura de hormigón.
Su curiosidad le motivaba en los estudios y lo hizo destacar, mejorando cada nota, especialmente en las ciencias aplicadas como matemáticas, informática y también en física. Por desgracia, su excelencia en los estudios, le convirtió en el blanco de la ira de otros alumnos y durante mucho tiempo sufrió acoso escolar, en forma de palizas y aislamiento social. Nunca recibió ayuda del profesorado y él siempre se excusaba alegando una caída desde su litera, lugar donde lloraba cada noche.
Pero estos no serían los golpes que más daño le harían, al endeble joven, que era Cristián. En el año 1997, con 17 años, recibió la cruel noticia de que sus padres habían fallecido de forma trágica o eso pudo entender entre las lágrimas de la joven monja que le dio la noticia. Esa misma tarde subió a su bicicleta y pedaleo con todas sus fuerzas, hasta llegar a la puerta de su casa. Sin aliento, abrió la puerta y corrió por el pasillo para llegar a la habitación de sus padres. Los cuerpos ya no estaban allí, pero el suelo, las paredes y la cama, estaban cubiertos de sangre. Habían registrado de forma violenta todas las habitaciones, amontonando toda una vida en el centro de las mismas. En cada una de ellas, había una montaña de ropa, zapatos, recuerdos... todo lo que habían ido acumulando sus padres se hallaba tirado en el suelo.
Cristian no sabía quién podía sentir tanto odio por sus padres, los cuales eran muy queridos en el pueblo y no encontraba ningún sentido a lo que estaba viviendo.
Antes de abandonar su casa y dar santa sepultura a sus padres, recordó aquel lugar donde su madre solía guardar los ahorros, un pequeño compartimiento en una de las jaulas del gallinero. Regreso rápidamente a su hogar, ahora vació de toda vida y encontró los ahorros de sus padres. Era una caja metálica, había dos millones de pesetas, dinero recaudado con esmero por sus padres y estaba destinada a él, pues en la caja, escrito con rotulador permanente, pudo leer: Ahorros para la universidad. También encontró una carta, con el sello de la central nuclear. Con tranquilidad, guardo el dinero y se dispuso a leer el contenido de la carta. Al parecer sus padres se negaron a vender sus terrenos a la central nuclear, la cual tenía previsto ampliar su recinto. En la carta pudo leer como amenazaban a sus padres y les daban un ultimátum. Por desgracia, la policía llegó en ese momento y le arrebato la carta, le sacaron de su casa y alegaron que eran pruebas de un caso de asesinato.
Cristián sabía muy bien qué es lo que ocurría, y cuando encontró un documento de compra-venta firmado por sus padres unos días antes de su muerte lo confirmaba.
Sus resultados escolares cayeron en su último año, pero antes de finalizar el bachillerato, su furia interior se desató sobre la cara de todos los que le habían hecho pasar mal durante su estancia en el internado. Casi lo expulsaron, después de enviar al hospital a un par de alumnos que se mofaron de él y de sus padres, pero al final todo quedo como una pelea sin importancia entre jóvenes.
Con 18 años recién cumplidos no podía continuar en el internado, así que con el dinero ahorrado de sus padres y el recibido por la millonaria y ensangrentada venta de los terrenos familiares, decidió presentarse voluntario al ejército y preparar su cuerpo. En su mente solo tenía una cosa, no permitiría que otros sufrieran daño y para ello necesitaba estar preparado.
Su paso como recluta fue excepcional, en breve tiempo su forma física mejoró considerablemente y demostró ser un gran portento físico, además de conocedor de los sistemas informáticos más avanzados y un experto tirador, gracias a un talento natural que se desveló durante el adiestramiento con armas de fuego. Gracias a todo ello, fue seleccionado para los cuerpos de operaciones especiales (COE), donde después de destacar durante varios años por encima del resto de sus compañeros, su hoja de servicios llegó a las altas esferas de la plana mayor del ejército y fue trasladado al servicio de seguridad del Ministerio de Defensa. Tras realizar un servicio de 9 años y dándose cuenta de que ya no podía aprender nada más, habiendo alcanzado la mayor preparación posible, abandono el ejército y se ofreció al sector privado. Su objetivo, ayudar a la población indefensa que hubieran padecido situaciones similares a la suya.
Cristian Díaz es reconocido como uno de los mayores expertos en seguridad y sistemas informáticos, además de un gran tirador y campeón de boxeo en su unidad.
Adquirió notoriedad en la sede de la UE en Bruselas, cuando evito un atentado terrorista en la ciudad de Tarragona y ayudo a la científica Samanta Ruth a eliminar un potente virus que pudo suponer la muerte de miles de personas.
Mente y cuerpo a las órdenes de la Justicia Vigila.