viernes, 22 de agosto de 2014

UNA NOCHE EN PARÍS - PARTE 21

UNA NOCHE EN PARÍS

En la entrada anterior del blog dejamos la narración en el momento en que los jugadores Laura, Jordi y Ferran usaban su Habilidad de Esconderse, para atacar por sorpresa a los intrusos que se encontraban en el piso del forense Jean Lambert, al cual querían visitar para que les esclareciera la muerte de Didier Deschamps, traficante de armas y receptor de un arma vírica robada de una instalación de la Federación Rusa. 
El polvo llena todo el pasillo y el ruido de la explosión todavía resuena en los oídos de las tres silenciosas figuras que se esconden entre las sombras. Desde el interior del apartamento se escuchan gritos en francés y pasos rápidos que se dirigen a la entrada.
Stan es el más rápido, hace señas a Ellen y Pietro para que preparen sus armas y aprovechen la confusión y la cobertura de polvo y humo que a creado la explosión. Sus movimientos son profesionales, apenas le tiembla el pulso y su mirada es de hielo, sus dedos siguen moviéndose rápidamente: dos hombres, armados corren hacia la entrada. Inmediatamente las sombras de los desconocidos creadas por la luz del interior del apartamento aparecen proyectadas en la nube de polvo. Stan ya empuña sus dos pistolas, Ellen Dere a su derecha ya tiene su rifle de asalto apoyado contra su hombro derecho y apuntando hacia la entrada, mientras tanto Pietro Santoro amartilla su pistola con suavidad y se mueve sigilosamente buscando una mejor posición de tiro.

Los dos mafiosos apenas tienen tiempo de reaccionar, uno de ellos asoma la cabeza por el hueco creado por el explosivo colocado por Stanislau segundos atrás y es abatido rápidamente a manos de Ellen Dere que dispara una ráfaga corta de tres balas sobre el pecho del mafioso que se inclina hacia delante y empieza a caer por el hueco de la escalera. El segundo desconocido sólo tiene tiempo de murmurar un "Mon Dieu" antes de que seis balas impacten en su torso y dos brazos, todas ellas gentileza del témpano de hielo ruso. Pietro Santoro sólo puede admirar la habilidad con las armas de sus dos colegas y apreciar el hecho de que trabajen juntos en esto y no los tenga en su contra, mientras contempla como cae el que parece ser el último de los mafiosos.
- Parece que ya no hay nadie más - dice Ellen mientras baja su arma y pone el seguro. Suspira aliviada y aunque es una profesional con muchos años de recorrido, siempre tiene cierta sensación en el estómago cuando entra en combate.
- Eso parece Ellen, pero no debemos bajar la guardia. - el tono de Stan es rudo y sigue mirando hacía el piso de arriba, mientras sujeta sus dos pistolas con firmeza. - Mejor asegurase... ¿habéis escuchado eso?
Un ruido de cristales rotos rompe el silencio y pocos segundos después el sonido de un cuerpo al golpear contra el suelo de la calle.
- Por el ruido que ha hecho, creo que llegamos tarde - su tono es algo resignado y acerca el cuerpo a la barandilla de la escalera para mirar al piso inferior - Voy a comprobar que a sido ese ruido, aunque mi experiencia me dice que un pájaro intento volar sin alas desde la ventana del apartamento - Pietro vuelve a quitar el seguro de su arma, casi la tenía guardada cuando se escucho el sonido de cristales rotos. Las armas no son de su agrado, prefiere otros métodos más sutiles que aprendió de Don Santoro su abuelo y cabeza de la familia Santoro, "los hombres muertos no hablan, debes conocer su historia antes de terminar con su vida" ese es su lema.
Santoro baja con agilidad por las escaleras, esquivando los escombros y sin ensuciar su impoluto traje italiano, salta por encima de los cuerpos sin vida de los cuatro esbirros de la mafia corsa y aguanta la respiración para evitar respirar el aire nauseabundo que desprenden los dos cuerpos calcinados por culpa de los explosivos de Stanislau. En un momento alcanza la salida, el recibidor del edificio no es muy grande, apenas unos metros de pasillo y se alcanza la puerta que da al exterior. Fuera en la calle, sólo se escuchan algunos perros aullando, pero no hay gritos de gente, ni sirenas de la policía, nada... silencio. Pietro Santoro se lamenta de que la sociedad actual este tan acostumbrada a la violencia que encuentren habitual los sonidos de las explosiones y de los disparos como algo cotidiano en sus vidas que ya no avisen a la policía.
- Chicos - grita Pietro desde la calle - aquí hay otro tipo... o lo que queda de él. Creo que calculo mal la caída y su cabeza parece una sandía abierta - se acerca para examinar su cuerpo, arrodillándose con cuidado para no manchar su traje y con una estilográfica dorada inspecciona el cuerpo - No es Jean Lambert, tiene tatuajes de la mafia en la mano. El tipo debe seguir arriba, pero no creo que en buen estado, este tipo tiene las manos dañadas de darle una paliza a otro, este era un pardillo que no sabía golpear y creo que tiene la mano derecha rota, aunque creo que ahora no le preocupa demasiado - deja caer la mano contra el suelo. Pietro se incorpora y regresa andando tranquilamente al apartamento mientras silba "la donna e mobile".
En las escaleras del segundo piso, Stan y Ellen Dere suben cuidadosamente, de nuevo en posición defensiva y vigilando todos los ángulos por si aparece un esbirro corso o su objetivo, el forense Jean Lambert, aunque por la información facilitada por Pietro Santoro no hay grandes expectativas de que se encuentre en buen estado. Stan se mueve primero, esta furioso porque todo sale al revés. ¿Qué demonios hacía la mafia corsa en el apartamento? ¿Están relacionados con la maleta o simplemente se encontraban en el momento equivocado en el lugar equivocado? Todas estás preguntas resonaban en su cabeza y le irritaban, hacerse preguntas no es su especialidad, no fue entrenado para esto... lo suyo es el pragmatismo y una buena semiautomática. Este embrollo se le escapaba de las manos y eso lo ponía furioso, mientras subía las escaleras se propuso firmemente terminar cuando antes todo este follón de la maleta.
- Limpio izquierda - Es Ellen quién regresa a Stan a la realidad con un fuerte golpe de voz- ¡He dicho limpio!.
- ¡Limpio derecha! Perdona Ellen, estoy distraído, este asunto es abrumador y cada vez que nos acercamos a una respuesta o la hacemos volar por los aires o alguien lo hace por nosotros.
- No te preocupes, seguro que esto terminará pronto.
Los dos escrutinan el apartamento, en busca de una pista o un indicio que pueda acercarlos al paradero de Didier Deschamps, pero es muy difícil encontrar algo, ya que el grupo de limpieza a hecho un gran trabajo. Hay varios agujeros en la pared, la totalidad del mobiliario esta destrozado y esparcido por el salón, se puede distinguir el pequeño mueble bar, los restos de una mesa y la mitad de un armario dificultan mucho el trabajo.
- Menudo desastre - silba Pietro Santoro - Esto es una pocilga... ¿seguro que este es el apartamento de un forense de la policía?
- La dirección es la correcta - Stan mira fijamente a Santoro y le indica que mire en la cocina mientras él se dirige al dormitorio usando las paredes como cobertura. Ellen sigue por el pasillo que une las habitaciones, apenas son un cuarto trastero, una habitación con la puerta cerrada y la del baño que está abierta y se oye el sonido del agua en la bañera. Sigilosamente Ellen se acerca a la puerta, colocándose en el lado de la pared que le ofrece mejor visión y empujando la puerta con el pie mientras apunta con el arma, pero se da cuenta de que no es necesario y que a encontrado su objetivo, o lo que queda de él.
- Chicos, tengo al Señor Lambert en el baño. Hemos llegado tarde - con la mano izquierda sujeta la puerta para permitir a los otros ver el cuerpo sin vida de Jean Lambert. Tiene una bolsa de plástico en la cabeza, su cara esta amoratada por la asfixia y muy hinchada debido a la brutal paliza que ha recibido hace apenas unos minutos.
- ¿Y ahora que hacemos? La pista de Didier Deschamps muere con este bastardo - Ellen mira al resto del grupo con resignación.
- ¿Qué demonios hacía la mafia corsa aquí? Espero que no buscaran la maleta. Pietro, tu conoces como piensa esta gente. ¿Qué crees que hacían aquí?
- Supongo que este tipo debía dinero o algo a la mafia corsa y han enviado a un grupo de hombres para cobrarse el pago. No creo que los Corsos tengan relación con la maleta, no suelen trabajar como traficantes de armas. Su principal negocio es la extorsión, los estupefacientes y el tráfico de personas.
Repentinamente suena el teléfono, con un ruido amortiguado por la cantidad de escombros y suciedad que llenan el apartamento.
- ¡Mierda! ¿Quién demonios llama? Buscad el maldito teléfono - Ellen apremia al resto de compañeros con su fuerte tono de voz - El primero que lo encuentre que se lo pase a Stan, él habla francés.
- ¿Y qué coño esperas que haga? ¿Qué cante la Marsellesa? - responde el aludido mientras levanta con un brazo el destrozado sofá.
- No es momento de discutir - Pietro Santoro intenta calmarlos con la voz. - Improvisa e intenta simular la voz de ese tipo.
- ¿Pero quién crees que soy? ... mierda, are lo que pueda.
El teléfono deja de sonar y salta el contestador con la grabación de voz:
- Ha llamado a Jean Lambert. En estos momentos no estoy disponible. Por favor, deje su mensaje después de la señal. Piiiiiii.
- ¡Maldita sea Lambert! ¿Donde demonios estás? Llevo llamándote más de diez minutos, no has visto las noticias. Uno de tus compañeros a descartado tu identificación y han relacionado el cuerpo con la desaparición de varios John Doe de la morgue. Ya puedes estar buscando otro cuerpo, maldito bastardo. Recuerda que tus pelotas son mías y si no me ayudas te delataré ante tus jefes, descubrirán toda tu mierda de químico con la mafia corsa y tus intentos de crear un nueva droga. Tienes dos horas para encontrar un cuerpo y traerlo a las siguientes coordenadas: 48º 49'28.9''2º23'24.0E No me hagas esperar más o vendré a por ti.
Ellen, Stan y Santoro se quedan atónitos y mirándose el uno al otro. No se pueden creer la suerte que han tenido.
Ahora ya saben donde se encuentra Didier Deschamps y a llegado el momento de terminar con todo el asunto.
Mientras salen del apartamento, Stan marca la tecla de marcación rápida para hablar con Emerson y enviarle la dirección GPS parra encontrar el lugar de reunión. Mientras el teléfono da tono de llamada, es inevitable preguntarse que demonios estará haciendo Emerson y Li Mei con el terrorista capturado.

Hoy llego hasta este punto de la trama. Mañana seguiré con una nueva narración. 

Espero que sea de vuestro agrado y nos seguimos leyendo en el blog.


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